Pasión sadomasoquista en Semana Santa

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Pintura: "Cristo crucificado" de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Museo del Prado)
Ya estamos en Semana Santa. La exhibición sadomasoquista más emblemática del catolicismo. Pienso en esas procesiones que recorren pueblos y ciudades a lo largo y ancho de nuestra geografía y se me ponen los pelos de punta. Sangre, sudor y lágrimas a raudales. El dolor exaltado hasta el éxtasis. Sólo hay que observar las caras y los gestos del pueblo devoto y entregado a la pasión de Cristo. Algunos están en trance orgásmico. Y luego está el despliegue de todo ese ropaje de luto y duelo. Rasos y terciopelos negros, blancos y morados. El fetichismo más lúgubre llevado a su máxima expresión. Encapuchados con sus capirotes que inevitablemente me recuerdan a la Inquisición. A sus verdugos. La escenificación, la imaginería, sus oscuras penitencias y la flagelación, que en algunos lugares sigue siendo real (véanse los picados de San Vicente de la Sonsierra - La Rioja), dan miedo. Un miedo morboso, no exento de una sutil carga erótica. Eros y Thanatos suelen ir de la mano y en las procesiones de Semana Santa el apretón es estrecho, aunque se cubra con las entretelas fúnebres de los hábitos.


Hace unos años leí un texto sarcástico de Javier Sáez, sociólogo y activista queer, acerca de la Semana Santa que me encantó y lo guardé. Ahonda precisamente en esa visión sadomasoquista de las procesiones que yo comparto, aunque él lo explica con mucho más salero. Os lo dejo a continuación.

EL GOCE DE LA PASIÓN

"La Divina Trinidad, desde el cielo decretó su inmutable voluntad; y a morir con humildad el Dios Hijo se prestó." Saeta popular.

Quién nos iba a decir a los maricas de finales del siglo XX que podríamos encontrar un compendio de prácticas sexuales periféricas tan completo en una celebración religiosa como la Semana Santa. Y sin embargo es así. A cualquier aficionado al sado-maso no se le escapa el catálogo de representaciones que escenifica Jesucristo: maniatado, flagelado, clavado a una cruz, con una corona de espinas, sangrante, desnudo, asumiendo su papel de esclavo, exhibiéndose en su dolor para el público, que mira desde las aceras de las calles de cualquier ciudad castellana o andaluza con la misma avidez y morbo con que se mira en las mejores noches del Eagle.

Es un juego de deseo donde todo está bajo control, en función de una escena: los verdugos encapuchados, la música, las velas, los disfraces, las heridas del cuerpo de Jesús mostrando el dolor, el lugar de un padre severo que ordena el sacrificio de su hijo, la culpa, el castigo. Esta escena ofrece todos los recursos para la identificación: uno puede querer ser ese hijo al que azotan, o el romano de turno con el látigo de cuero, o el ladrón que ha sido malo y quiere ser castigado, o el mirón que disfruta desde los márgenes este ritual de ejecución hasta la penetración final con la lanza en el costado. Un padre y un hijo en el mismo lote, otra fantasía genial del catolicismo, sintetizar en uno solo al amo y al esclavo.

No es extraño que el lugar más cotizado sea el de Jesús; en muchos pueblos españoles hay verdaderas disputas para lograr ocupar ese espacio y dejarse crucificar en pasiones vivientes. En otros casos, la demanda es tan alta, que la gente se martiriza ella solita y salen a la calle con arados y maderos, flagelos, y otros aperos de tortura atados a la espalda. Toda la carga de esclavitud que está en el fundamento del catolicismo (una de las claves de su éxito) se libera en estos días de "pasión" con toda su crudeza: si quieres un amo, lo tendrás. El deseo trabaja para la pulsión de muerte, y esta alianza silenciosa es más fuerte que cualquier ideología, doctrina o moral. Y es precisamente un padre que nunca da lo que se le pide el que tiene más posibilidades de supervivencia. El islamismo, el judaísmo y el cristianismo parten de una misma escena sadomasoquista: un dios que le pide a un padre el sacrificio de su hijo. Y la aceptación gozosa de este padre para cumplir ese mandato insensato.

El cuerpo sexuado de la Semana Santa revela un exceso y un defecto: el cuerpo de Jesús es todo sexo: carne, pasión, sudor, sangre, tortura. Dios omnipotente, sacrificio redentor. La Virgen, en cambio, es todo menos cuerpo: un pequeño rostro quejumbroso, rodeado de enormes capas y mantos lujosos que ocultan un simple esqueleto de madera que nadie debe ver. Virginidad, castidad, la mujer, una vez más, vaciada de sentido y de deseo. Aunque la Virgen, en todo este tiempo, no se ha estado quieta. Por recursos que nadie conoce, ocupó hace ya mucho tiempo el lugar del Espíritu Santo, la Blanca Paloma, el "Dador" del Rocío, que ahora es la Virgen del Rocío. Por eso la raptan hoy en día, para intentar ver qué hay ahí dentro, quién es esa señora que ahora puede "darnos", cuando antes sólo recibía. Sabiduría bollera de una Virgen que guarda muy bien sus secretos:

"Oh, Señor, que la efusión del Espíritu Santo purifique nuestros corazones y, penetrándolos hasta lo más íntimo con su divino rocío, los haga fecundos" (Oración del Rocío).

14 comentarios:

Fujur dijo...

genial reflexión! plenamente compartida! supongo, en lo que al simbolismo se refiere, que la Pasión no deja de incorporar "caracteres" de los antiguos ritos de fertilidad...

Si al Vaticano le queda ALGO de decencia, evitaría algunas de las prácticas más folklóricas y poco intelectuales...

besos1

El Deme dijo...

No hay mejor Pasión que la de rozarse el cuerpo (preferentemente con otro). ¿Qué seríe de la religión católica sin pecados?. Pequemos pues, para que podamos ser redimidos cada día. El artículo de Javier Sáez (activista queer) me parece genial.
Un saludo Madame.

Sintagma in Blue dijo...

Nada como la sutilidad del catolicismo...

Mery dijo...

Pues si, el artículo tiene mucha enjundia. Qué dictados oscuros habrá en toda esta puesta en escena de la Pasión, qué sutilmente hay que hablar a los que viven la Semana Santa con desesperación para no ofender su Fé ciega, que resulta fuera de toda lógica.

Yo soy católica, ya lo sabes, y respeto a quien vive la religión con mucha mas fé que la mía, que flaquea en los temas eclesiásticos, principalmente. Pero a veces es tan absurdo el montaje escénico inventado por el hombre.
En fin, por si faltara poco, mañana ponen en tv La Pasión, de Mel Gibson.

Un abrazo

Eria.. dijo...

Me han encantado las palabras de Saez...¿no es adorable cuando en el "pecado" está la virtud?
Besitos varios.

Ana di Zacco dijo...

Y es que ya se sabe: goce y dolor van de la mano, acaso dos extremos que se muerden la cola. Lo que no sé es quién toma la idea de quién, por lógica de cronos los encapuchados son los plagiados:)

Ana di Zacco dijo...

Si me escribes te enviaré una posible solución para la próxima vez que busques un libro ;)
(anazacco@gmail.com)

Capri c'est fini dijo...

Yo aún alucino con la estrechísima relación que tienen los gays de Andalucía con las hermandades de Semana Santa... nunca he entendido por qué, pero tu texto me ha dado algunas claves.

Un beso.

Javier dijo...

Niña, ya estoy de regreso !!!!!, jejejejejeje, descansadito, y veo que el feed back sigue funcionando ya que ando dándole vueltas a la imaginería SM en las artes plásticas nacionales, a veces creo que el erotismo nacional tiene bastante de SM, tanto cristo, tanta cruz, tanto martir, y la plástica barroca está cuajada de imágenes que harían las delicias de cualquier pornógrafo SM.

Hernando dijo...

En la Iglesia Católica todo está muy claro y perfectamente organizado: los fieles (los que obedecen)son los masoquistas y los obispos y sacerdotes (los que mandan) son los sádicos. Si no te gusta el sadomasoquismo, es mejor buscar la felicidad fuera de la religión.

Anónimo dijo...

Una farsa vestida de lo religioso, que como decía Miguel Hernández ... "..hace tiempo que me duele en los cojones del alma.."
En fín, una pena de país ...
Lo sadomaso vivido con normalidad, con pasión humana sexualmente activa, con devoción íntima de lo sublime, eso sí es alimento para el cuerpo, y para el alma.
Ak.

koolauleproso dijo...

Buñuel, ese "ateo por la gracia de dios", sabía mucho de lo perverso en el catolicismo. Yo, que también me considero ateo (y perverso) prefiero los ritos católicos (tan llenos de sensualidad en último extremo) a la morigeración "pseudo-racionalista" de otras sectas.

Pet dijo...

Tengo unos amigos en Sevilla y la provincia que me dice que la Semana Santa es lo mejor del año. Cuatro días mamados hasta las patas, los costaleros bamboleandose y así. Que ni la Feria ni nada, muchas sevillanas, pero na de na.

Pet dijo...

Ah, y sin querer faltar a nadie, vaya.