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Mi cómplice me pasa un link. Conoce bien mi afición por explorar territorios ignotos y oscuros. Esta vez no hay nada de oscuro en las fotos que descubro. Rebosan ternura y sensualidad. Se trata de una serie fotográfica sobre el placer y el amor en la madurez. [Me repatea el término “Tercera Edad”.] La autora es una joven fotógrafa alemana llamada Katrin Trautner. Es su proyecto de fin de carrera. Morgenliebe se titula. Podemos traducirlo como Amor matinal. Una visión femenina sobre la sexualidad en el otoño de la vida. Actos cálidos, plenos de un erotismo sereno, a la luz del día. Sin artificios ni escenografías complicadas. Todo se desarrolla en un ambiente doméstico, acogedor, remarcando así la cotidianidad de las escenas. La naturalidad. Por que follar cuando seamos viejos debería ser natural, ¿no? Y, sin embargo, qué poco se habla de ello. Sigue siendo un tabú. Si acaso se trata como un exotismo porno. Incluso una “desviación”. Como si cuando te conviertas en un venerable anciano tuvieras que andar escondiendo las carnes flácidas en nombre del decoro y el buen gusto. Nuestra cultura no perdona la decrepitud. Sólo exalta el deseo por la piel tersa y lozana. Eso es lo sexualmente saludable. Lo aceptable. Y eso es lo que se exhibe. Cuerpos radiantes y turgentes por doquier. Si acaso se perdona el apetito sexual en el hombre maduro, al fin y al cabo, aún es capaz de andar esparciendo sus espermatozoides por ahí. Eso sí, siempre que la destinataria de su libido sea una mujer en edad de engendrar. Un anciano con otro hombre, un degenerado. Y si le da por una mujer de su edad, que asco. ¿Y una anciana con apetito sexual? El imaginario popular es infinito en descalificativos e ignominias.
Con este bagaje cultural cargado de prejuicios sobre nuestras espaldas, no me extraña que pasados los cuarenta nos entre el apremio por apurar al máximo nuestro atractivo sexual, como si se nos fuera a acabar en la siguiente década. Con las arrugas tememos la invisibilidad. Tememos que se nos acabe la capacidad para gozar. Y es todo mentira. Contemplando la serie de fotografías que os he mencionado al principio, me he percatado de cuánta belleza hay en el amor de otoño. Sabiduría en el placer. Serenidad en el ritmo. Deseo en la piel. Ternura en las bocas. Podría desear, a mis cuarenta y tantos, cualquiera de esos cuerpos. Bastaría conocerlos, tender puentes de entendimiento. Pero, sobre todo, me ha hecho llegar a una conclusión definitiva: Cuando sea una anciana, pienso seguir siendo sexualmente activa. Vamos, que no pienso acobardarme por unas arrugas de más o por unas tetas caídas.
Con este bagaje cultural cargado de prejuicios sobre nuestras espaldas, no me extraña que pasados los cuarenta nos entre el apremio por apurar al máximo nuestro atractivo sexual, como si se nos fuera a acabar en la siguiente década. Con las arrugas tememos la invisibilidad. Tememos que se nos acabe la capacidad para gozar. Y es todo mentira. Contemplando la serie de fotografías que os he mencionado al principio, me he percatado de cuánta belleza hay en el amor de otoño. Sabiduría en el placer. Serenidad en el ritmo. Deseo en la piel. Ternura en las bocas. Podría desear, a mis cuarenta y tantos, cualquiera de esos cuerpos. Bastaría conocerlos, tender puentes de entendimiento. Pero, sobre todo, me ha hecho llegar a una conclusión definitiva: Cuando sea una anciana, pienso seguir siendo sexualmente activa. Vamos, que no pienso acobardarme por unas arrugas de más o por unas tetas caídas.
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18 comentarios:
Amén, amém, amén, amén...
Yo también me niego a ser una viejita bloqueada por los prejuicios (si llego a viejita).
Tu cómplice te conoce bien, sin duda.
Voy a ver si ojeo un poco mas las fotos, porque son tiernas y suenan a música celestial, ángeles con arrugas y mirada pprofunda.
Qué asuntos mas interesantes cuelgas en tu página, Madame.
Un besazo
Precioso nombre, amor matinal.
Las fotos están llenas de luz, en efecto.
Poco más que añadir a lo que ya has dicho. Tal ves solo que ... puto mundo ignorante. En fin, me apunto al carro de disfrutar con la belleza que existe más allá de los cánones establecidos, con la ternura, con la vida que tenemos que vivir. Hace tiempo que ha dejado de importarme lo que dicen y quienes lo dicen.
Bellísima reflexión, amiga. Estoy contigo
Espléndido post, cuyas conclusiones comparto, faltaría más...
besos
si te digo que vine pensando... qué demonios habla de "otoñal" si estamos en primavera!!
interesante post ;-)
El cuerpo adquiere y tiene su dimension sensual con cada edad y en la edad madura, o mas madura aún, no pierde su atractivo. La mente, pese a los achaques que nos da la vida, sigue viva y el deseo tambien, atemperado a la razón y al deseo, como siempre. Nuestros cuerpos ya no son jovenes paero, por ello, no menos atractivos y, nuestras mentes son ahora mas capaces de reconocer la sensualidad, el morbo y el amor de una forma mas limpida y sutil.
Nada mejor que "un complice" para hacernoslo ver mas claro, pero no dejemos nuestras oscuridades, que son tambien parte de nuestra sensualidad.
Tiernísima en esta ocasión tu entrada, realmente conmovedora!!!
Felicidades también a esta fotógrafa que sabe plasmar perfectamente lo que significa el AMOR auténtico.
Te mandamos besos multicolores.
Desde luego poco hay que añadir a las sabias y ponderadas palabras con las que has envuelto tan bellas imágenes, el amor en la madurez, porque quién ha dicho que el deseo de gozar de la ternura y placer de la sexualidad muere con los años.
Fantástico post, un acierto diría yo. Es esta sociedad hipócrita, banal y rematadamente sexista, la que intoxica nuestros valores... Como si tuviéramos el elixir de la eterna juventud!! Como si la vida estuviera sólo destinada a los jóvenes...
Increíble que a días de hoy, se califique de mal gusto dos cuerpos maduros....
En fin... aún nos queda un largo camino para llegar a cambiar estos modelos nefastos...
Besos
Vivimos buscando elixires y alquimias que nos hagan parecer jóvenes en vez de tratar de serlo más allá de arrugas, flaccideces y otros efectos secundarios.
Maravilloso texto y fotografías. Enhorabuena por el hallazgo.
un beso
Un texto maravilloso, enhorabuena. Y tienes toda la razón, no hay que tener miedo al otoño de nuestras vidas, que lleguemos o que no lleguemos, e ignorar los mensajes "matrix" de una sociedad que predica como si la juventud no se terminase jamás. Saludos
Qué peligro tendremos nosotras de viejecitas...
;-)
Me sumo a la ola. Pero es una causa muy difícil.. muchas veces es mayor el rechazo que sienten las propias personas mayores a las que tienen su misma edad, que el que puedan suscitar ellas o ellos a los jóvenes.
Tengo amigos a los que sólo atraen los jovencitos. A mí me sacan un poco de quicio -siempre me han gustado de todas las edades, antes y ahora-. Pero me dicen: "No lo podemos evitar, es así".
Jóvenes con jóvenes, mayores con mayores, mayores con jóvenes. Todo puede ser hermoso, y atractivo. Pero lo que sí que tengo claro es que la madurez tiene su propio encanto -y los deseos no envejecen a pesar de la edad, como decía la canción de Battiato-.
Un beso
La edad transforma los cuerpos, la mente y la forma de enfrentarnos a nuestros deseos y, estos no se apagan, se transforman.
Ciertamente el sexo en la vejez es el tabú de nuestro tiempo es más, yo diría que la vejez en sí misma está considerada como una especie de inevitable, irremediable "enfermedad".
Sin embargo, poco a poco empieza ha abrirse un mercado ecómico que está muy atento a las posibles fuentes de ingresos que puede aportar la llamada "tercera edad". Se abren nuevos horizontes, como no fijarse en Jean Fonda y sus anuncios exclusivos para mujeres maduras.
Las personas de esta edad tienen inquietudes, deseos, ansias por hacer cosas y vivir experiencias, viajan, gastan en ropa, complementos, libros, música, tratamientos corporles y médicos porque cuidan más de su salud, salen a cenar a lugares que les apetece sin mirar tanto el precio, se dan caprichos que no se habían podido conceder por la hipoteca, los hijos y las obligaciones laborales, y además se vive la vida, en todos los aspectos con una consciente intensidad.
De todas formas queda muchísimo por hacer y entradas como esta ayudan a ello.
Me ha parecido magnífica esta entrada.
Saludos
La vejez es como escalar una montaña. Se va perdiendo fuerza, pero se va adquiriendo experiencia, mejor perspectiva y una visión más clara de las cosas. Y además se disfruta cada momento con más intensidad, porque… puede ser el último.
Gracias por este comentario...
no es necesario decir más.
Como inválido que soy (detesto la fea palabra discapacitado, con la que algunos tratan de enmascarar inutilmente nuestra realidad) me interesan los diferentes, los que no se atienen a los canones ¿estéticos? de esta sociedad.
Como, para mí, el sexo sigue siendo fundamental, reinvindico el derecho inalienable que todos (ya seamos inválidos, viejos o, simplemente, alejados del canon estético dominante) tenemos al acceso al goce.
un beso, madame
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